He tenido el placer de completar esta lectura el mes
de junio. Un libro que nos relata la biografía de uno de los científicos más
grandes de la historia, desde una perspectiva personal e histórica.
Desde su juventud, Humboldt siempre se sintió más a
gusto en la naturaleza que en ninguna otra parte, siempre supo que se dedicaría
a la exploración, pero tuvo que esperar a completar una carrera, impulsado por
su familia y a recibir su herencia luego de la muerte de su madre (su padre
había fallecido cuando contaba apenas 9 años), para concretar sus planes.
Viéndose rico, joven y sin ataduras se resolvió a cumplir su sueño de viajar y
descubrir el Nuevo Mundo. Se hizo de todos los instrumentos que le servirían
para hacer mediciones e inició sus viajes. Realizó antes mediciones en los
Alpes, para luego hacer comparaciones en lo que sería su viaje a Sudamérica.
Siendo su primer destino Cumaná (Venezuela), Humboldt se vio completamente
sorprendido por una naturaleza vibrante y hasta entonces misteriosa, tomaba
muestras de todas las plantas, medía la temperatura del suelo que pisaba, medía
el azul del cielo con su cianómetro, y recopilaba datos sobre aquel Nuevo
Mundo, desconocido en Europa, del que sólo se conjeturaba vagamente.
Humboldt recorrió junto a su equipo, Bonpland y un
ayudante, los llanos y el Orinoco, Los Andes, escaló el Chimborazo, la que
hasta ese entonces se pensaba era la montaña más alta del planeta, para luego
reunirse en América del Norte con el tercer presidente de EE.UU Thomas
Jefferson, con el que compartían algunas ideas.
En su regreso a Europa, Humboldt trabaja en la
redacción de sus libros y numerosas publicaciones que fueron todo un éxito
entre sus contemporáneos. Trabajaba noche y día, a la vez que asistía y daba
conferencias, a las que podían acudir sin distinción, nobles y pobres, no
cobraba un centavo, nunca le interesó enriquecerse o lucrar con sus libros y de
hecho, vivió muy humildemente. Todos se sorprendían del piso donde vivía y que
su ropa era bastante antigua y poco elegante para alguien con su renombre. Aun
así se las arreglaba para apoyar a científicos y exploradores jóvenes y sin
recursos, compartiendo su conocimiento y escaso dinero. Todo esto en el marco
histórico de la revolución francesa y la liberación de las colonias de España.
Humboldt nunca dejó de sentir el
<<Fernweh>> (pasión de viajar, en alemán) y su deseo más ferviente
era completar un viaje a India, que nunca se pudo concretar, ya que nunca
obtuvo los permisos necesarios, y tuvo que consolarse con un viaje a Rusia que
le ayudó a correlacionar la información de los Andes que quería completar al
subir al Himalaya en el subcontinente Indio.
Humboldt influyó en numerosos científicos y
exploradores, paisajistas y poetas. Inspiró a Bolívar a iniciar una revolución,
aprovechando el descuido de la Corona española en sus guerras con Francia. Inspiró
a Darwin a desarrollar su teoría del origen de las especies, quien lo admiraba
profundamente y releyó todas sus publicaciones.
Influyó en Thoreau para completar su libro Walden,
inspirado por la unión de la ciencia y la poesía en las publicaciones de Von
Humboldt. Así como a muchos ecologistas que impulsados por su visión de la
naturaleza dieron los primeros pasos para la conservación de bosques y parques
naturales.
Claramente la huella de Alexander fue profunda y se
le considera el padre de la ecología, fue el primero en advertir del cambio
climático e inventó las isotermas que se usan hoy en día en meteorología.
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